El control de la hipertensión arterial, con la medicación adecuada y unos hábitos de vida sanos (dieta equilibrada y sin sal, ejercicio físico regular y abstención de fumar) es fundamental, tanto para prevenir el desarrollo de patologías renales, como para evitar la progresión del daño renal cuando ya se ha presentado la enfermedad.
Es importante tener moderación con la alimentación en general, ya que muchas veces la disminución de azúcares solo en los refrescos no previenen los efectos nocivos del exceso de azúcar por el alto contenido en otros alimentos o bebidas como las alcohólicas por ejemplo.
Para mantener en buen estado la salud de los riñones se debe beber diariamente entre 1,5 y 2 litros de agua o líquidos que hidraten el cuerpo.